ALMANAQUE BSE 2019_ 141 S egún Pedro Lluberes1, cualquier hipótesis acerca del origen del damero en el Nuevo Mundo debe tomar en cuenta la evolución de dicho trazado en la Península Ibérica, desde sus antecedentes grecorromanos hasta el siglo del descubrimiento, considerando la dinámica asociada al período de la reconquista y la prácti- ca de la construcción de campamentos militares, así como las circunstancias prevalentes durante la fundación de ciudades en el nuevo continente. El arquitecto afirma: “Algunos historiadores, en su intento al explicar la presencia del damero en América, han sido desorientados por las formas de las principales ciudades españolas en las cua- les este esquema está ausente, particularmente en aquellos centros urbanos en los cuales la huella musulmana permanece visible. Y así, con bastante apresuramiento han concluido que la fuente del da- mero debe buscarse fuera de España… Se trata de una conclusión errónea, dado que las fuentes docu- mentales en contra de una opinión bastante gene- ralizada se hallan claramente integradas dentro de la tradición española, la cual se remonta hasta los antiguos establecimientos helénicos”. El centro urbano testimonial del mundo grecorro- mano antiguo se ordena en base a una trama vial y una serie de espacios públicos. Las viviendas y demás programas arquitectónicos de índole priva- da ocupan su sitio en función de estos elementos primarios. La calle representa el orden o ley gene- ral, a la cual debe someterse la voluntad particular. La ciudad de ese origen tiene con frecuencia un trazado en base a una cuadrícula racionalista. Para los griegos fue el resultado de una inspira- ción teórica fundamentada. Para los romanos la aplicación de principios prácticos, de índole esen- cialmente militar. Por el contrario, la conformación espacial de la ciudad musulmana tiene como elemento genera- dor a la vivienda y obliga a la calle a encontrar su acomodo por entre los huecos resultantes entre las construcciones, lo que explica su carácter la- beríntico y tortuoso. Predominan la vida privada y la necesidad individual sobre los aspectos públicos o comunitarios, lo que perjudica el desarrollo del bien común o propiedad colectiva. Fernando Chue- ca Goitía nos recuerda que "mientras la ciudad mu- sulmana presenta una organización desde adentro hacia afuera, la ciudad clásica se estructura en base a un esquema afuera-adentro".2 Avanzada la época medieval, renace la vida ur- bana, aunque en base a trazados irregulares que no seguían una composición predeterminada. El mantenimiento de las murallas de la ciudad, ini- cialmente voluntario y como forma de mejorar las posibilidades de supervivencia, requiere a la larga de contribuciones obligatorias que constituyen el origen de las finanzas municipales. El alto costo de preservación del cinturón defensivo hace que el casco amanzanado sea lo más compacto posible, tanto en población como en equipamiento urbano, situación que ocurrirá siglos después en las ciuda- des amuralladas de la Banda Oriental. .................................... 1. Lluberes, Pedro. “El damero y su evolución en el mundo occidental”. Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas. Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Universi- dad Central de Venezuela. Nº 21. Caracas 1975. Pág. 48. 2. Chueca Goitía, Fernando. Breve historia del urbanismo. Madrid 1968. Pág. 14 < Barrios Cordón, Centro y Barrio Sur en Montevideo. El trazado en damero de las calles se deduce de la visión de las franjas arbóreas FOTO: FERNANDO CHEBATAROFF »