_ALMANAQUE BSE 2019 212 La parrillada es una atracción turística y, al igual que sucedía hace más de 200 años, el asado sigue siendo esa especie de iniciación a la orientalidad por la que muchos extranjeros desean transitar. Ni por local, ni por nutritivo ni por abundante ¿Uruguay produce leguminosas? Sí. ¿Tiene pesca- do? Mucho. ¿Son comidas diarias? No. En las preferencias alimentarias de un grupo hu- mano influyen la tradición, los tabúes, la religión; en otras palabras, la historia de la creación del gusto del pueblo en cuestión. Uruguay es un país en el que es notoria la impronta española, italiana e indígena. El consumo de derivados del trigo, las papas, la car- ne, el zapallo y la yerba mate (Uruguay no la produce sino que la importa) son una muestra de esto. La siguiente escena tiene lugar en el Mercado del Puerto de Montevideo. Dos turistas mexicanas so- licitan al mozo de un restaurante alguna sugeren- cia culinaria. Él recomienda la picaña, les muestra una foto y hace una descripción de los cortes va- cunos más preciados. Cuando una uruguaya que acompaña a las mexicanas consulta qué tal está el brasero, el mozo dice que no suele recomendarlo cuando hay extranjeros porque ellos pueden ver las vísceras (chinchulines, choto, molleja o riñón, por ejemplo) como algo desagradable. Tampoco sugiere la morcilla. Esa entrada o parte de la parrillada, que en Uruguay se consume dulce o salada, es para otras culturas algo extraño, algo que puede provocar curiosidad, rechazo y explicaciones detalladas en medios de comunicación extranjeros sobre su composición a base de sangre. Las mu- jeres mexicanas coinciden con el mozo. Prefieren comer músculo y no cosas desconocidas. ■ CURIOSIDADES Y PARADOJAS DE COMENSAL