_ALMANAQUE BSE 2019 218 cado en la ciudad, Flora Pozzobon, se llevó a cabo la primera edición, cerca del Centro Cultural Goes, del festival de arte urbano Montevideo Muta. Ese acontecimiento juntó a unos cuantos de los ar- tistas callejeros que por entonces surcaban las calles de la ciudad, pintura en mano, en busca de paredes y fachadas para cubrirlas de colores. Pozzobon recordó que por aquel entonces el arte urbano seguía siendo un tema de conversación entre relativamente pocos: un asunto casi under pero que parecía ganar cada vez más publicidad y legitimidad a medida que la destreza y la calidad artística de las obras o piezas ascendía. De esa Los artistas urbanos, como hijos de la globa- lización y las redes sociales, tienen a menu- do mucho más que una única ciudad como lienzo para sus obras. Los mejores viajan de una urbe a otra, casi siempre invitados por festivales o galerías. El dúo Colectivo Licuado ha pintado en Portugal, España e Italia, entre otros países, y el español radicado en Monte- video David de la Mano también es un viajero frecuente hacia otros países como Estados Unidos, Italia y Francia. El carácter global e híbrido del arte urbano no ha resultado, por ahora, en una homogeneidad de estilos. En Montevideo conviven lo puntillo- so con las filigranas, el naíf con el hiperrealis- mo, la espontaneidad con lo meticuloso y la ex- presión casi instantánea, e “instagrameable”, con la serenidad más apegada a la tradición. ■ STREET ART SOBRE EL GRIS MONTEVIDEANO primera experiencia, Pozzobon rescató que, más allá de las dificultades de organización y produc- ción, se generó un efecto contagio que entusias- mó a otros a subirse al carro de colores del arte urbano. Dos años después se empezó a producir la segun- da edición de Montevideo Muta, pero el contexto ya había cambiado tanto que hasta el festival mis- mo se rebautizó. De Montevideo Muta a Festival Wang de Arte Urbano, porque la Casa Wang —una propiedad ubicada en Ciudad Vieja que funciona como punto de encuentro y difusión para varios artistas urbanos— ya era un factor a tener en cuenta en el panorama artístico citadino. Causas Como suele ocurrir, existe más de una explicación para el más reciente boom del arte callejero en Montevideo. Una, como exponía Epstein en el tra- bajo ya mencionado, es la globalización acelerada gracias a Internet. Made es el pseudónimo artísti- co de Martín Lorenzo quien empezó a pintar en su Maldonado natal gracias a Internet. “Me pasaba mirando videos de street art en YouTube y un día no pude seguir solo mirando. Salí a la calle y me puse a pintar y ya el primer día me di cuenta de que era lo mío. Estaba en una banda, pero me de- cidí a ser artista”. Hubo otro factor vinculado a la web que incidió para la explosión cromática que se desperdigó por la ciudad: las redes sociales, en particular Instagram. Esa red es la segunda preferida por la población uruguaya después de Facebook, y los murales y distintas piezas de arte callejero están entre los motivos más populares para fotografiar y compartir.