ALMANAQUE BSE 2019_ 203 C ada año, cuando nuestro paisaje se viste con los colores del otoño, un sinnúmero de hojas cambia su coloración y finalmente cae (figura 1). La pérdida de estos órganos vege- tales y su posterior regeneración ocurre año tras año, cuando las condiciones ambientales inducen programas genéticos codificados por muchas de las plantas que nos rodean. Lo común de este proceso ocasiona que para muchos pase inad- vertido, pero lo cierto es que este fenómeno es el producto de la ejecución de programas genéticos escritos en el genoma de células vegetales, que las lleva a cometer suicidio de una forma contra- lada. Esta decisión final de la célula que conduce a su autoeliminación, representa un sacrificio en pos de una mejor posibilidad de sobrevida del or- ganismo al que pertenece. Más allá de la conocida relación intrínseca, bioló- gica y filosófica de la muerte con la vida, existen fenómenos de muerte celular que permiten a los organismos ejecutar sus programas de desarrollo y establecer respuestas frente a desafíos ambien- tales. Los programas de suicidio celular han sido identificados tanto en organismos unicelulares como multicelulares. El beneficio de estos pro- gramas es más claro en los organismos multice- lulares como las plantas y los animales, donde el sacrificio de algunas de sus células le garantiza la supervivencia del organismo entero. El suicidio celular o muerte celular programada adquiere diferentes formas en función del rol fisio- lógico que desempeñe. Hay casos de muerte ce- lular que transcurren lentamente, propiciando una mayor eficiencia en el reciclado de los nutrientes de la célula que perece. De esta manera, los res- tos celulares son utilizados como nutrientes para otros tejidos gracias a que son movilizados a otras partes del organismo. En otros casos, la muerte celular es ejecutada rápidamente, como en el caso de la muerte inducida frente a la infección con al- gún organismo patógeno, como los virus. Los virus son entidades dependientes de las células para re- plicarse y al morir la célula son privados de este recurso, acotando así su multiplicación y eventual dispersión al resto del organismo. Así como esta medida es útil para limitar la infección por patóge- nos que requieren de células vivas para progresar, también es conocido que otros patógenos, aque- llos que se benefician de células muertas, tales como los hongos, son capaces de inducir en bene- ficio propio, estos mecanismos de suicidio celular que presentan sus hospedadores. < FIGURA 1. Las hojas caídas durante el otoño han sufrido muerte celular programada como parte de un proceso de reciclaje de sus compo- nentes hacia el resto de la planta. FOTO: PEXELS.COM » "Después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida" Mario Benedetti (1920-2009)