_ALMANAQUE BSE 2019 178 Dos condotieros Montevideo tiene también réplicas de dos grandes monumentos ecuestres realizados por importan- tes artistas del renacimiento: el Colleoni de An- drea Verrocchio y el Gattamelata de Donatello. Las obras fueron fundidas en Italia, en el antes mencio- nado taller florentino de Marinelli, de donde tam- bién provino el David. Ambas estatuas ecuestres llegaron a nuestra capital en 1951. Gattamelata y Colleoni fueron “condotiera” italia- nos, es decir soldados mercenarios que en el siglo XV defendieron exitosamente distintas ciudades italianas, las que en agradecimiento les erigieron un monumento. Donatello fue el escultor respon- sable de realizar el monumento a Gattamelata en la ciudad de Padua. Admirador del arte antiguo y redescubridor junto a sus contemporáneos del arte clásico, Donatello tomó como modelo la escultura ecuestre de Marco Aurelio que se encontraba en Roma y había sobrevivido a los vaivenes de la his- toria. Para el artista renacentista, el tema era total- mente nuevo, exaltar la gloria de un mercenario era una operación que respondía a los nuevos cánones de glorificación del hombre con que el Renacimien- to miraba el mundo. La obra de Donatello encantó a sus contemporáneos, el Gattamelata erguido y seguro con su lanza, mira al frente y transmitía esa confianza en sí mismo que el hombre del Renaci- miento parecía tener. La escultura de bronce fue colocada en una plaza en la ciudad de Padua en 1453. Veinte años después, en 1478, un alumno de Donatello, Andrea Verrocchio, inició la realización de la estatua ecuestre de otro mercenario italiano: Bartolomeo Colleoni. Colleoni mira con furia al ad- versario recordándonos su poder y su confianza en sí mismo, desde una plaza veneciana. Sin duda los uruguayos no estábamos interesa- dos en exaltar figuras como las del Colleoni o el Gattamelata, ya teníamos nuestros propios héroes a caballo. Lo que nos interesó especialmente fue el valor artístico de las esculturas y así lo planteó la comisión integrada por los arquitectos munici- pales Juan Scasso, Eugenio Baroffio y Américo Ricaldoni al insistir en que eran obras de arte, no monumentos (Gutiérrez Viñuales, 2010). El crítico de arte y asesor municipal Fernando García Este- ban (1968), lo expresaba claramente: “Naturalmente que no puede interesarnos la evi- dencia arrogante a través del arte, de esas persona- lidades, ni tampoco cabe rescatar para la memoria histórica, la condición genérica de jefe de ejércitos mercenario cuyo papel, oportunidad e incidencia no adquiere, como tal, categoría universal de per- manecido destaque. Pero sí importa que ambas estatuas ecuestres se hallen entre nosotros por su excepcional calidad, porque son obras maestras de Donatello y Verrocchio. Entonces, importa que se cuide muy especialmente el emplazamiento y el entorno donde deberán ubicarse, que se las imponga por su carácter de tales cuando haya de decidirse para ellas un sitio definitivo pues en la ■ EL RENACIMIENTO PRESENTE EN MONTEVIDEO El Colleoni antes de embarcarse a Montevideo cuando aún se encontraba en la Fundición florentina de Ferdinando Marinelli.