ALMANAQUE BSE 2019_ 173 E n una final del mundo, cualquier fotógrafo tomaría hoy miles de fotos con sus cámaras digitales, después tendrá tiempo de elegir. Testoni sacó en aquella final doce fotos. Sólo doce fotos. Y en ellas estuvo todo. Fue su ojo, su sentido de la oportunidad y la forma de entender el desa- rrollo del partido. Viajó como enviado de El Deba- te, un diario de bajo tiraje que sin embargo apostó enviando un equipo a cubrir el torneo. Testoni, jefe de fotógrafos, y los periodistas Trifon Ilich, jefe de deportes, y Enrique Álvarez, cronista. Testoni poseía ya una exitosa trayectoria que había empezado en El Pueblo. Había estado en el cande- lero por las fotos que sacó del acorazado alemán Graf Spee. Si bien la prensa tenía mucho peso, y era lógica la previsión de lograr buenas ventas, ha- bía a nivel público mucha expectativa en torno a la radio, que iba a transmitir los principales partidos en vivo y en directo. Había viajado el ya legendario relator Carlos Solé, además de sus colegas Duilio De Feo y Cheto Pelliciari, todos de arraigo en un medio de comunicación que se había popularizado en el Uruguay. Pero algo hizo especial la cobertura de Testoni. Es- tuvo en el día a día de la selección durante su pe- riplo completo y fue el único reportero gráfico que cubrió todos los partidos del combinado uruguayo, así como su concentración. La previa no había sido fácil. Los problemas arre- ciaron en el fútbol uruguayo, a punto tal que ha- bía tenido lugar una enorme huelga de jugadores, discusiones sobre quién debía ser el entrenador y presiones de todo calibre sobre la integración del plantel. El gran historiador de Maracaná, Franklin Morales, describió que la huelga de jugadores previa al mundial “concita masiva adhesión popu- lar, en un fútbol donde predomina una cultura de la protesta”. Ese movimiento estaba liderado por la “carismática personalidad” de Obdulio Jacinto Varela, capitán de Peñarol y de la selección “quien regresa a trabajar en la construcción cuando se in- sinúan divisiones”1. Pese a todo, finalmente Uruguay armó un equipo y viajó. Testoni se fue a Brasil con tres máquinas fotográficas: una Rolley, una Spigraf y una tercera inventada por él mismo con una lente especial, algo parecido a un teleobjetivo.2 Según la jugada y según la ubicación en la cancha iba usando una u otra. Aquel definitorio 15 de julio Alfredo entró temprano al estadio de Maracaná cerca de las once de la ma- ñana y ya había público, que se fue sumando hasta superar las 200.000 personas. Ingresó con dos valijas y una máquina colgada al hombro. El gol de Schiaffino lo sacó con la Spigraf que tenía adosada una suerte de caja pequeña que funcionaba con placa de vidrio. Era una caja con un movimiento que pasaba la placa impresa para atrás y dejaba la placa virgen pronta para hacer la toma. Esa caja tenía doce fotos, las doce que hizo Testoni a lo largo de todo el cotejo. ¿Cómo hizo para tener todo y no perderse nada con tan rudimentario equipo fotográfico? “Fui inter- pretando el partido” explicó Alfredo.3 Así recordó a aquella formación que obtuvo el campeonato del mundo y trajo a Montevideo la copa Jules Rimet: “El cuadro era imponente. La delantera lucía joven y ágil .................................... 1. Franklin Morales. Maracaná. Los laberintos del carácter. Biografías Aguilar. Fundación Bank Boston. Montevideo, 2000, p. 17. 2 y 3. Miguel Carbajal. Alfredo Testoni. Testoni Studios Ediciones, Montevideo, 2002. p. 34 y p. 36. » < Marcaná, Río de Janeiro, Brasil, 1950. El juez pita el final del partido y Gambetta sale a capturar la pelota.