ALMANAQUE BSE 2019_ 163 Corridas en el siglo XIX La corrida de toros fue uno de los espectáculos más concurridos durante el 1800. Espectáculo que, según afirman los investigadores, tenía cierta índole democrática al mezclarse entre los especta- dores miembros de la elite y de las clases popula- res. En Colonia del Sacramento se registran corri- das de toros desde la década de 1880. El público venía sobre todo de la República Argentina, dado que allí la tauromaquia fue perseguida desde 1870 y finalmente prohibida en 1891. En noviembre de 1885 se había dado inicio a la temporada taurina coloniense. En la ocasión se mostró la cuadrilla de Flores, siendo gratis la entra- da. Para el verano del año siguiente se pensaban lidiar toros españoles. En el año 1888 la Junta Eco- nómico-Administrativa suspende las corridas de toros por haber caducado el permiso concedido a Anastasio Mateo. A su vez, otorga un permiso para una única corrida a Francisco Zurrón. El Estado uruguayo, en setiembre de ese año, sancionó una ley que suprimía de forma definitiva las corridas de toros a partir del 31 de marzo de 1890. Esto se de- bió a la muerte de un espada, ocurrida en la fecha, además de influir las críticas que se realizaban a la tauromaquia en occidente. Pese a estas prohibiciones, tanto municipales como nacionales, las corridas en el departamento de Colonia prosiguieron. En 1889 se llevaron varias a cabo, trayendo incluso a una torera española. Los turistas argentinos afrontaron diversas penurias para llegar a verlas. A comienzos de marzo sufrie- ron fuertes marejadas al salir del puerto de la Boca. Sobre esto, afirmó El Diario de Buenos Aires: “en estado tan lamentable se llegó a la Colonia donde, como se sabe, no existe un sólo hotel donde pueda tomarse un poco de caldo bien hecho, pero todo se soportaba, mareo y hambre en la esperanza de que la corrida compensaría en algo tanto martirio.” En la corrida se iban a lidiar dos toros mestizos y dos criollos, interviniendo las cuadrillas de Andrés Sarria y Francisco Arteaga. Otra corrida realizada por la cuadrilla de Sarria, a la que asistió escaso público, contó con la presencia del presidente de la república, Gral. Máximo Tajes. En abril debutó la torera española Juanita Sánchez, apodada, “La Frascuelita”. Durante su corta estadía en la ciudad recibió numerosos obsequios e incluso un joven le hizo un magnífico regalo, prometiéndole a “La Fras- cuelita” enviarle en retribución el cuerno del primer toro que matara. Durante estos años, no faltaron detractores de es- tos espectáculos. El periódico El Uruguayo, aunque reproducía crónicas de las corridas, se mostraba un duro censor de estos eventos. En un artículo condena a la tauromaquia y propone la apertura de un hipódromo en Colonia, para así incentivar la cría de caballos finos en el departamento: “Además < Plaza de toros. circa 1910 < Muelle del Real. Circa, 1990 »