_ALMANAQUE BSE 2019 164 los criadores de ganado vacuno y caballar deben purificar la raza, pero no para entregar ese noble producto de su trabajo al más salvaje y detestable espectáculo, como el de una corrida de toros.” (El Uruguayo, Colonia, 21 marzo de 1889). Un hipó- dromo, para el redactor, era una alternativa mucho más respetable para los criadores de animales que el ruedo de los toros. También era un entrete- nimiento, se señala, que podía resultar de mayor atractivo para los turistas. Cabe destacar que ésta es una de las referencias más antiguas en la pren- sa en relación a la instalación de un hipódromo en la zona de Colonia. En marzo de 1890 cesaron las corridas de toros en Colonia del Sacramento. Pasadas casi dos déca- das vuelven a reactivarse. En noviembre de 1908, el Poder Ejecutivo autoriza a Gaspar Dotres a realizar unas “Ferias de Sevilla” (en las cuales se corrían los toros embolados y no se los mataba). La plaza de toros se construiría “donde mismo estaba la otra de la que aún se conserva memoria, es decir, en el terreno baldío que da acceso a las calles Ge- neral Flores y Rivadavia”, comentó el periódico El Departamento (edición del 19 noviembre de 1908). El lugar, en el centro de la ciudad, corresponde al emplazamiento actual de la Intendencia Municipal. Los materiales empleados en la plaza según la so- licitud de Dotres “serán todos de madera escogida”. Constaría de “palcos, gradas de sol y sombra y de- lantera de barreras”, además de todas las comodi- dades: “corrales amplios, dos boleterías, escaleras independientes para los palcos, despacho de be- bidas, etc.”, (a solicitud a la Junta Económico-Ad- ministrativa de Colonia, 1908). Una vez terminada la plaza tendría una capacidad de 2.000 asientos al tendido de sombra, 1.000 asientos al tendido de sol y 120 localidades en los palcos. ■ LAS CORRIDAS DE TOROS EN COLONIA ^ Dibujo plaza de toros. 1911