_ALMANAQUE BSE 2019 176 El Renacimiento presente en Montevideo DANIELA TOMEO | PROFESORA ------------------------------------------- En la primera mitad del siglo XX los uruguayos, siempre atentos al devenir artístico y cultural europeo, equipamos la ciudad con un conjunto de esculturas especialmente importantes y que remitían a la historia del arte universal que tanto admirábamos. Fue en esa oportunidad que desembarcaron en Montevideo dos condotieros, Gattamelata y Colleoni, y un rey hebreo, el David, inmortalizado por el gran Miguel Ángel. El presente artículo cuenta la historia de los ilustres desembarcos y las discusiones que siguieron a la hora de pensar en dónde iban a emplazarse. E l siglo XVIII y la enseñanza académica que se instaló en ese entonces promovió la edu- cación artística a través del estudio del arte antiguo y renacentista. Copiar modelos de yeso, si no era posible acceder a los originales y viajar por Europa para conocer el arte antiguo en su cuna, fueron prácticas frecuentadas por europeos y americanos. El gobierno uruguayo buscó estrate- gias para acercar obras universales que ayudaran a formar el gusto de los orientales. La prensa uru- guaya comentaba al respecto: “Hemos afirmado siempre que el Municipio no es- catima esfuerzos en pro del desarrollo de la cultura artística dentro de Montevideo, no haciendo con ello otra cosa que seguir la norma de conducta de nuestros hombres de siempre. El cultivo de la sen- sibilidad artística de un pueblo realza, y aún des- cubre en él condiciones no sospechadas. (…) Una estatua puede llegar a significar muchísimo, en cantidad y calidad de pensamiento y sensibilidad. Que medite un poco en lo que se debe a una sola obra de arte: la Venus de Milo (…)” (extracto del “El estímulo al arte”, publicado el 5 de noviembre 1928, en El Ideal, p. 1). Es con ese espíritu que el cónsul uruguayo en Italia, Gilberto Fraschetti, solicitó en 1929 a la comuna florentina, una copia de bronce del Da- vid de Miguel Ángel, cuyo original en mármol, se