ALMANAQUE BSE 2019_ 165 Los toreros que se presentaron en las corridas de enero de 1909 fueron Julio Martínez “Tem- plaíto” y Víctor Bernabé “Chato”. En la primera corrida se vendieron 724 entradas, reportando la suma de pesos $ 790,20. El 12 % de las mismas, en base al contrato, fue remitido a la Junta. Con posterioridad Dotres se demoraría en los pagos del porcentaje, amenazándolo la Junta por tanto con rescindirle el contrato. A mediados de ese mes, llegaron los nuevos espadas Juan Iglesias y Matías Lara. La expectativa iba en aumento y el empresario naviero Mihanovich se mostró in- teresado en estimular el negocio. “La empresa naviera de Mihanovich, consultó ayer a su agen- te que tiene en esta [Colonia], si habría hoteles suficientes en la localidad para dar de almorzar a un par de miles de excursionistas. El deseo de la casa Mihanovich era –en caso de recibir una contestación afirmativa– de que los vapores que van a fletar mañana para ésta salieran de Buenos Aires en las primeras horas de la mañana para que los viajeros estuvieran en Colonia todo el día […]”. (El Departamento, Colonia, 16 enero, 1909). A fines de marzo el intendente Felipe Suárez, dado que la empresa no había cumplido con todos los términos del contrato, decidió terminar con las corridas. También se presentaron a reclamarle a la empresa varios acreedores. Para el memorialis- ta Pedro G. Fourcade las corridas realizadas por Dotres constituyeron un importante estímulo para las luego efectuadas en el complejo realense. Establecimientos Real de San Carlos En 1909, al tiempo que declinaba la plaza de to- ros de Dotres, iba a iniciarse el emprendimiento turístico y la era taurina de Mihanovich en el Real de San Carlos. En diciembre de 1908 Don Juan Manuel Caballero, vecino coloniense, comparece ante la Junta Económico-Administrativa como representante del capitalista Don Nicolás Mi- hanovich (hijo), solicitando una concesión para construir un complejo turístico en el Real de San Carlos. La infraestructura edilicia contaría con un gran hotel (“de cien piezas, que se aumentarán a quinientas si fuese necesario”), un teatro, salas de cinematógrafo, un casino, un restaurante, un gran “field” para juegos atléticos, un muelle o muelles para el atraque de vapores, un hipódromo y una plaza de toros (“que naturalmente servirá para la lidia de toros embolados si es que se mantiene la prohibición de la lidia con muerte.”). En julio de 1909 arriban dos chatas procedentes de Buenos Aires trayendo los primeros materiales para la construcción. A comienzos del año siguien- te (1910), el vapor Luna trajo de Buenos Aires cin- cuenta operarios destinados a colocar la vía férrea sobre la avenida, desde el muelle a la plaza de to- ros. La prensa local informó asimismo: “También han llegado ya los artefactos, símbolos e imagen del Carmen para la instalación de la capilla de que consta la plaza, y en la que, según la tradición tau- rina, los toreros ofrecen sus oraciones antes de cada corrida.” (La Colonia, Colonia, 6 enero, 1910). La plaza de toros fue hecha con una capacidad para 8.000 espectadores (10.000 agregando pal- cos). La superficie que cubría el tendido, con una galería de 19 metros de ancho, fue empleada para instalar un restaurante, bar, oficinas, enfermería, capilla, depósitos, etc. La estructura de hierro de 600 toneladas fue construida por la firma J. Fran- co y Cía de Buenos Aires, con moldes traídos de Inglaterra. El autor de la armazón de hierro fue el ingeniero Gastón Duquenoy. Por su parte, los inge- nieros constructores de la plaza de toros y del ho- tel casino fueron Bonneu, Ibero, Parodi y Figini de Buenos Aires. Los ladrillos utilizados provenían de la fábrica de Paullier y Naeder ubicada en La Are- nisca. En enero de 1910 se estableció en la zona, en campos que habían pertenecido a Badaraco, la fábrica de baldosas de portland y ladrillos sili- cio-calcáreos de estos empresarios. »