ALMANAQUE BSE 2019_ 39 La televisión acompañó con imágenes, primero en blanco y negro y luego a color, a la magia del sonido trasmitido por ondas y se convirtió rápidamente en la reina indiscutida del hogar. La industria del entre- tenimiento vivió una enorme explosión y tanto “la tele” como el cine se impusieron entre los espec- tadores. La publicidad supo aprovechar muy bien esta nueva plataforma y seducir al público para la adquisición de nuevos objetos, y así se convirtió en una herramienta indispensable para la promoción de otros artefactos. El control remoto se sumó de- finitivamente al aparato y solo los hoy mayores de 40 recuerdan cómo era cambiar de canal con una perilla. De los televisores a válvula pasamos a los de tubo y luego a los plasmas y a los LED Ultra HD. Comenzaron a venir de fábrica con conectores para múltiples equipos como videocaseteras, consolas de juegos y otros periféricos. A través de la pantalla, el entretenimiento y el espectáculo habían ingre- sado definitivamente en el hogar, modificando las pautas de consumo y la forma de vivir. El ser humano conquistó mediante la tecnología tanto el fondo del mar como el espacio. El satélite permitió el desarrollo de las telecomunicaciones, pero colocarlo allí fue el resultado de años de in- vestigación, de experimentos, de ensayo y error. La llegada del hombre a la Luna en el año 1969 constituyó un punto de inflexión, demostrando la capacidad de los seres humanos para ir mucho más allá de las limitaciones de nuestro medio. Las posibilidades técnicas para transmitir una señal en audio y video desde la Luna eran de asombro para la época. Considerado “el mayor espectáculo de la historia de la televisión”, el alunizaje de Neil Arm- strong y Edwin Aldrin tuvo más de 500 millones de telespectadores (la mayor audiencia lograda hasta entonces) que asistieron en directo al aconteci- miento y justamente fue este el instrumento indis- pensable para que la hazaña se convirtiera en hito. Casi un quinto de la población mundial lo pudo ver en vivo desde la comodidad de su sofá. »