ALMANAQUE BSE 2019_ 169 A l fin, las baterías navales inglesas lograron romper la muralla. Los defensores taparon el boquete con cueros y sacos de crin y as- tas. Lograron resistir unas horas más, pero fue en vano. Aprovechando la oscuridad, en la madruga- da del 3 de febrero de 1807, las tropas inglesas llegaron hasta la brecha abierta en la muralla sur y atacaron. A pesar de las numerosas pérdidas in- gresaron a la ciudad y la conquistaron. Próxima al Teatro Solís, una pequeña calle de Montevideo que sale en diagonal al mar se llama Brecha. Fue ahí. Esa calle señala el sitio por don- de los atacantes lograron entrar a la ciudad en las segundas Invasiones Inglesas al Río de la Plata. Así como el adoquín tapó las calles de tierra y lue- go el asfalto u hormigón lo escondieron; con los nombres de las calles ocurrió algo similar. Las primeras fueron nombradas en 1730, seis años después de iniciado el proceso fundacional. Se puede deducir que casi todos eran nombres tes- timoniales que daban cuenta de alguna caracte- rística propia. Las catorce primeras fueron de la Frontera (ac- tual Piedras), de Afuera (Reconquista), la Media Calle (Juncal), de la Fuente (Cerrito), de la Cruz (25 de Mayo), Real (Rincón), de la Carrera (Sa- randí), del Piquete (Buenos Aires), Traviesa (Mi- siones), del Puerto chico (Treinta y Tres), de la Iglesia (Ituzaingó), del Medio (Juan C. Gómez), Entera (Bartolomé Mitre) y de Callo (Zabala). Esta última fue la primera que recibió su nombre por una persona, un francés de apellido Callo que estaba entre los primeros pobladores. En 1778, bajo dominio español, las calles –que ahora eran 21- fueron rebautizadas con nombres originados en el santoral católico. En años de independencia, ya en 1843, el entonces jefe político de Montevideo Andrés Lamas propu- so una nomenclatura que fue rápidamente acepta- da y oficializada por el gobierno. Buena parte aún subsiste. Desde entonces, con diferente ánimo y en distinto tiempo, las calles de la capital se convirtieron en lugar para homenajear personalidades locales y extranjeras, países, ciudades, hechos históricos, árboles, animales, estrellas, oficios, libros, depor- tistas y un etcétera casi infinito que incluye hasta caballos de carrera. Montevideo cuenta con más de 4.000 denomi- naciones para vías de tránsito, plazas y espacios públicos. El conjunto da cuenta, en parte, de su historia y de los criterios que se privilegiaron al momento de nombrarlas, dando lugar a 4.000 his- torias anexas que se puede recorrer de distintas maneras. En este caso, el recorrido encadena ca- lles que en su denominación hablan de sí mismas; lo que los especialistas definen como nombre tes- timonial. Si bien hay unas cuantas, en realidad son muy pocas si se considera la totalidad. Algunas están en la Ciudad Vieja. Ciudadela, por ejemplo. Al sugerir este nombre, Lamas señalaba que esta calle proyectaba “aproximadamente, la línea de la antigua fortificación” y además “divide la ciudad vieja de la nueva”. Al explicar el motivo afirmaba que era “para conservar el recuerdo de nuestras antiguas fortificaciones”. La Ciudadela era el fuerte militar que protegía a la ciudad, con 50 cañones, muros de 6 metros de ancho, nueve de alto y una fosa de 13 metros de profundidad y 17 de ancho. Bastante cerca existe una pequeña calle peatonal o pasaje denominado Policía Vieja. Allí estaba el antiguo departamento de policía. »