ALMANAQUE BSE 2018 178 “ ” Tiburón, el fuego destrozó su popa y por milagro el carguero Independencia no fue alcanzado por las llamas, salvándose su cargamento de combustible. SIGUIENDO LA HUMAREDA NEGRA La gran humareda negra que se extendía en gran co- lumna hacia el cielo y el ensordecedor ruido de las explosiones de las latas de combustible fueron los fac- torespredominantesparalacuriosidaddelossalteños deesaépoca,quenuncahabíanpresenciadounincen- dio de esas características y magnitud y aún menos imaginado que el mismo ocurriera en el río Uruguay. A medida que corría la noticia, vecinos de las más variadas edades y barrios de la ciudad se fue- ron arrimando a la zona portuaria para presenciar el siniestro. Don Pascual Bruno, en ese entonces un niño, fue testigo de lo ocurrido y narra que durante el trayecto hacia el lugar del siniestro, junto a otros compañeros, fueron apostando y jugando a tra- tar de adivinar dónde habría ocurrido el incendio. Bruno relata: “De lejos observamos la gran humare- da negra y enseguida dijimos ¡Es un incendio!, sali- mos corriendo. Fuimos varios gurises y tuvimos que ir bordeando por la calle Colón, después por la calle Uruguay, porque el trayecto quedaba cortado por el arroyo Ceibal. En la salida pensamos que el incen- dio era en la panadería de Ambrosoni, a medida que nos aproximábamos alguien intervino y jugó su car- ta afirmando que era en la Escuela Industrial, pero después pudimos comprobar que no era allí. Luego, otro apostador hizo su intento y dijo ¡es en el puer- to! y nos dirigimos hacia ese paraje arrimándonos por donde se encuentra la usina eléctrica. Desde ese lugar, donde sale calle Artigas y supo estar la firma comercial de Guzetti & Manazzi7, finalmente pudi- mos observar el barco que se estaba incendiando, era todo un espectáculo a pesar de la desgracia (…)”. El Boliche de Tápela, que se encontraba ubicado en las calles 8 de Octubre y República Argentina, fue otro lugar elegido por los curiosos desde el cual observar la tragedia de La Rubia. Las características del local y la altura del terreno lo hacían ideal. A medida que corría la noticia, vecinos de las más variadas edades y barrios de la ciudad se fueron arrimando a la zona portuaria para presenciar el siniestro.