ALMANAQUE BSE 2018 52 El transporte ferroviario acortó las distancias y permitió el desarrollo y complementariedad de las actividades económicas que tenían lugar en el interior. El diseño radial de la red ferroviaria co- nectaba con Montevideo a los principales centros urbanos como Salto, Paysandú, Mercedes y San José y el desarrollo del ferrocarril incrementó tan- to el transporte de mercaderías como de personas. El comercio se extendía por todo el territorio, y de a poco, se fueron sentando las bases para que dé- cadas después resultara en la consolidación de las clases medias urbanas. Los trenes desembarcaron con los ingleses que, además del capital requerido para la inversión, apor- taron numerosos obreros, técnicos e ingenieros que se instalaron en barrios como Peñarol y en las loca- lidades del interior donde llegaban las vías. Un caso similar al de los trenes se dio en la instalación de la planta de Aguas Corrientes a orillas del río Santa Lucía, la que permitía abastecer a la creciente pobla- ción de Montevideo. Otro tanto ocurrió en Conchi- llas, en el departamento de Colonia, cuando se ins- taló una empresa británica que creó una verdadera “company town” con el objeto de extraer arena para la construcción del puerto de Buenos Aires. Esta in- dustria promovió la llegada de obreros de diversas nacionalidades: ingleses, italianos, escoceses y otros. Los frigoríficos fueron impulsados por inversio- nes británicas y gerenciados por ellos o por criollos de los estratos más altos de la sociedad, vinculados al rubro como propietarios de ganado. Entre los primeros franceses destacaron los que se dedicaron al comercio de muy variados rubros. Es el caso de Pascual Harriague que se dedicó a la producción de vino y fue quien introdujo la cepa del Tannat. Muchos italianos llegaron con la idea de obtener tierras para trabajarlas, sobre todos los de la primera oleada que eran mayoritariamente labriegos. Esto no resultó fácil y varios se establecieron en el oes- te de Montevideo y Canelones convirtiéndose en chacreros. Otros trabajaron en la construcción, en el puerto, en fondas, en restaurantes, se dedicaron a la venta de frutas y verduras y a la elaboración de embutidos. Los que llegaron a Salto y Paysandú se dedicaron a la producción de cítricos y otros culti- vos, a la vez que se incorporaron a la sociedad de la época trabajando para empresas locales e industrias. Gallegos, catalanes y españoles de otras pro- cedencias se repartieron en los diferentes oficios y tareas que requería la sociedad de la época. Algu- nos se desempeñaron como obreros o empleados de comercio y otros al mando de talleres y peque- ñas tiendas. Como en el resto de las colectividades hubo quienes lograron dar un salto económico y conseguir el anhelado ascenso social en muy poco tiempo, pero para la gran mayoría el Uruguay sig- nificó dejar atrás situaciones complejas, escapar al hambre y poder proyectar un futuro para sus hijos en un Río de la Plata alejado de la extrema pobreza y de las guerras. Algunas colectividades fueron menos numero- sas pero no por eso resultaron menos pujantes: ar- menios, griegos, siriolibaneses y judíos se volcaron tempranamente al comercio y luego a la instalación de talleres principalmente textiles. Los primeros in- migrantes japoneses se instalaron en Montevideo en las primeras décadas del siglo pasado, algunos dedi- cándose al cultivo de flores en la periferia o coman- dando tintorerías en la ciudad. Existieron casos donde grupos enteros llegados en el mismo barco se establecieron en algún paraje Desde Fray Bentos, el frigorífico Anglo exportaba carne uruguaya al resto del mundo.