ALMANAQUE BSE 2018 26 esto dio en gran medida al país la fisonomía de lo que el antropólogo brasileño Darcy Ribeiro llamó un pueblo trasplantado, proveniente de matrices eu- ropeas, lo que ha dado a su población y a su cultura una fisonomía europea”.2 En aquellos tiempos del final de la colonia y principio de la nueva nación, la idea de una identi- dad uruguaya estaba presente pero con bordes extre- madamente difusos, existía un enorme dinamismo que provocaba que los criollos convivieran, y vice- versa, en contacto permanente con extranjeros que desembarcaban cada semana en los puertos orien- tales. Este fenómeno fue acompañado y promovido por una batería de políticas desarrolladas desde el Estado para el fomento a la inmigración, especial- mente de origen europeo. Diversos estudios estiman que el 60 % de la po- blación uruguaya cuenta al menos con algún ante- pasado español. Entre ellos, una importante porción es de procedencia vasca y la presencia de este grupo podemos rastrearla bien atrás en el tiempo, vale de- cir que el primer gobernador de Montevideo, Bruno Mauricio de Zabala, era de ese origen. Asimismo, la mayoría de los franceses que llegaron en la primera mitad del siglo XIX, conformando para ese enton- ces el grupo más numeroso entre todos los inmi- grantes arribados al Uruguay, eran vascos. Desde el 1800 había británicos en estas tierras, colectividad que vio incrementado su número a lo largo del siglo con el establecimiento de empleados y técnicos de las numerosas empresas de ese origen que empeza- ron a operar en el país. Para la segunda mitad del siglo XIX y debido a la dramática situación económica que se vivía en Europa, especialmente en algunas zonas de España e Italia, comenzaron a llegar grandes contingentes. Algunos años después, se instalaban alemanes, pola- cos, croatas, libaneses, armenios, y otros. Para fines del siglo XIX, Montevideo crecía significativamente y en pocas décadas se había con- vertido en una ciudad con aire cosmopolita. La ca- pital vivía en estado de ebullición y se había hecho habitual escuchar diferentes idiomas hablados por las calles. Los nuevos habitantes se fueron incorpo- rando de manera rápida a la sociedad, contribuyendo de forma trascendental al crecimiento de la actividad económica. Ese florecer se ve reflejado hasta el día de hoy en las obras de gran envergadura que se llevaron adelante y que moldearon la ciudad capital hasta nuestros días. La inauguración de la Estación Central General Artigas, en el año 1897, se convirtió en un ícono de ese Uruguay expansivo, industrializado, que ofrecía oportunidades y acercaba el desarrollo a sus habitantes a través de sus vías férreas. En el ámbito social, las colectividades comenzaron a forjar nume- rosas instituciones con el objetivo de promover el de- sarrollocomunitarioyayudaralosreciénllegados.Al mismo tiempo, estos ámbitos ofrecían la posibilidad de reunirse entre paisanos, mantener el idioma, las tradiciones y, para muchos, sirvió como trampolín Colonia rusa en San Javier, 1913.