ALMANAQUE BSE 2018 198 la posición a barbeta conocida como San Miguel, a los pies del baluarte de San Diego sobre la costa sur. El feroz duelo entre la artillería naval y las posiciones defensivas de la plaza transformaron la calurosa tarde de verano en una infernal visión. Uno de los cañones del Bastión de Santa Rita disparó una de las tan temidas balas al rojo entrando directamente en el Lord Clive y dando blanco en el pañol que guardaba el material inflamable. La suerte del navío estaba sellada, un voraz in- cendio se desencadenó en cuestión de minutos, bajo el incesante ataque de las fuerzas españolas. Se ob- servaba a integrantes de la tripulación que buscaban salvar sus vidas arrojándose a las aguas del río. Solo 350 metros separaban al navío de la rocosa costa co- loniense y de una salvación segura, pero la orden de Cevallos era la de disparar sobre los náufragos sin piedad. El capitán Reed se arrojó del Lord Clive y se desprendió de su espada, entregándole la misma a un marino, desapareciendo luego y muriendo en las aguas del Río de la Plata. El Ambuscade, seriamente dañado, apenas pudo virar y alcanzar la boca entre la isla de San Gabriel y la rocosa Punta de San Pedro, y ganar así zonas más profundas, alejándose así del pe- ligro y a la vez, y para siempre, de la idea de saquear Buenos Aires. CORSARIOS ARTIGUISTAS EN EL RÍO DE LA PLATA Durante la administración artiguista se otorgaron patentes de corso que habilitaban a los capitanes de los navíos corsarios a atacar y tomar como presas a las embarcaciones enemigas al régimen artiguista, puntualmente naves portuguesas y españolas. Ante la imposibilidad de conformar una flota propia, Ar- tigas dispuso la orden de impartir estas patentes, las cuales habilitaban a barcos a operar bajo la bandera de Artigas y atacar naves enemigas. Colonia del Sacramento se convirtió en uno de los puertos de partida de los corsarios artiguistas, siendo el navío Irresistible uno de los más impor- tantes. Su capitán, el irlandés John D. Daniels, conformó una tripulación cercana a los sesenta hombres, en su gran mayoría de origen anglosajón, y llevó al ataque, bajo la bandera de Artigas, a 30 naves enemigas. La finalidad del ataque corsario era la de minar la capacidad operativa del enemigo, cortar sus sumi- nistros, disminuir sus fuerzas. Los corsarios debían contar entre su documentación con las Letras Paten- tes: patente de navegación, patente de corso y paten- te de presa. Estos documentos habilitaban al barco a