ALMANAQUE BSE 2018 45 LA GARRA CHARRÚA A partir del siglo pasado la sociedad uruguaya ha incorporado en la construcción de su identidad elementos vinculados a las raíces indígenas y del propio proceso de mestizaje. En el folklore nacional se han resaltado sus características. Tabaré, la epopeya del poeta Juan Zorrilla de San Martín, evoca la figura de un mestizo de ojos celestes, hijo de un charrúa y una cautiva española. A través del relato, Tabaré plasma los antagonismos entre las dos culturas, y dota de valores positivos a ese mestizo valiente y apasionado. El pretendido carácter indómito de los indígenas de estas tierras, que prefirieron la muerte a ser doblegados por el conquistador, es enaltecido como una demostración de coraje que tiene extrañamente su correlato en el mundo de los deportes. Se han escrito ríos de tinta acerca de la “garra charrúa” y algunos afirman que el mito data del año 1924, cuando el seleccionado uruguayo de futbol ganó una serie de partidos “imposibles” en ocasión de los Juegos Olímpicos de la ciudad París. EL GAUCHO La figura del gaucho aúna en sí misma la definición del proceso de mestizaje posterior a la instalación de la colonia. Su figura no se limita a las fronteras del Uruguay sino que presenta profundas similitudes con sus pares del sur de Brasil y de la pampa Argentina. Es heredero de tradiciones españolas, portuguesas e indígenas, perfecto representante del variado mestizaje que se dio a ambos lados del Río de la Plata. Con el nacimiento del Uruguay moderno, el alcance de las regulaciones de la propiedad privada y la propagación de los alambrados, el gaucho se transformó, no siendo inmune a las influencias de esa sociedad cambiante y del intercambio con individuos con otras costumbres. En la órbita cultural es indudable que tanto descendientes de charrúas como de esclavos africanos han aportado y aportan con su legado al desarrollo de una rica identidad nacional, que es plausible de ser diferenciada de otras a partir de sus rasgos. El mate y el candombe se ubican entre los símbolos culturales más distintivos. Con el termo bajo el brazo y un mate en la mano, esta costumbre heredada de la tradición charrúa permite identificar a un uruguayo en cualquier lugar del mundo. De la misma manera, cuando un uruguayo escu- cha el repique de los tambores, sin importar que tan lejos se encuentre, automáticamente se retrotrae a sus orígenes. Otros aspectos que hacen a “lo oriental” tienen que ver con estos dos orígenes y han dejado su impronta en el len- guaje, en la religión, en la forma de cocinar ciertos alimentos y demás costumbres. Seguiremos encontrando testimonio de cómo estos aportes contribuyeron de manera trascenden- tal a la conformación de la identidad de nuestro país. Si bien estos grupos han sufrido históricamente de discriminación y postergación, que los ha relegado a roles secundarios en el mercado laboral y a toparse con barreras en el acceso a altos niveles de educación formal, actualmente existe cierta concientización por parte de la ciudadanía para acabar con el estigma y para desarrollar políticas de inclusión y de equidad que permitan una ma- yor movilidad social. En el reconocimiento de cómo han sido los procesos que tuvieron lugar en la historia del país, se sientan los cimientos para ese imperioso cambio en el seno de la sociedad. Monumento Los últimos charrúas ubicado en el Prado, Montevideo. Declarado Monumento Histórico Nacional, fue realizado por Edmundo Pratti, Gervasio Furest Muñoz y Enrique Lussich. Inaugurado en 1938.